Te doy la bienvenida a ti, lector, al rincón de mis propósitos. Dejate llevar por la cadencia de mis letras, porque están hechas para ti, con el real afán de hacerte mío, de llevarte a mi lado, de tomarte de la mano mientras caminamos por los mas álgidos recovecos de mi mente. 
Tomame entre tus labios y pronunciame.

30 de diciembre de 2009

Cuarto creciente



Cuento las lunas que hacen falta para volver a ver tu rostro, tu mirada dulce y tu sonrisa que me invita a sonreír también, disfruto en demasía los momentos que pasas a mi lado, siempre llenos de nada para el mundo y repletos de desbordantes emociones para mí y que solo los que se han enamorada alguna vez, podrían comprender.

Lucho cada instante por seguir respirando, por seguir viviendo, porque cada instante que estoy lejos de ti me duele y me tortura, mis ojos se han hinchado ya de tanto llorar. La abuela dice que es normal, que se me pasara, ha dejado de hablarle a papá y las comidas se han vuelto silenciosas, ella lo culpa por habernos separado, pero yo se que él me ama y que pronto comprenderá que no ha sido lo correcto, desde que mama murió el ha hecho todo lo posible por ser el mejor padre, y aunque ha cometido errores no puedo juzgarlo, es más, a veces creo comprenderlo. Sin embargo te extraño y deseo tener mi cuerpo entre tus brazos una vez más, sufro una tremenda desesperación que me resulta difícil expresar, los días son más largos y más obscuros, han comenzado a darme miedo cosas que antes no lo hacían, he dejado de tomar fotos y de salir con mis amigas, mi vida está enfrascada en extrañarte cada segundo del día, cuando estoy a solas en mi habitación me acurruco tratando de cubrir el horrible hueco que hay en mi pecho, en mis sueños corro inútilmente tratando de encontrarte, algunas noche ha venido Mary casi llorando al escuchar mis gritos, es tan pequeña que no logra comprender que es lo que me causa tanto daño, en ocasiones ni yo misma lo comprendo.

Llevo ya 67 lunas extrañándote.

29 de diciembre de 2009

Letras de una asesina


Letras de una asesina

Todo se vino abajo al morir tú, mi única pertenencia, ahora has muerto, has muerto en el nombre de una desquiciante palabra llamada amor, esa palabra que con sus sucias tretas logro hacerme caer en un abismo tan obscuro como la nada, tan silencioso como encontrarme, mejor dicho, perderme; si, perderme en esta terrible pesadilla de la que intento despertar, a pesar de estos horrorizados gritos, el ruido no traspasa estas cuatro paredes de la habitación.

Fue triste, me sentí abrumada al ver tu rostro pálido, tus ojos cerrados y ese gesto indiferente que jamás había hecho presencia. Allí me tenias, a tu lado, llorando, gritando para despertarte, para hacerte volver a mi lado, para apartarte de su presencia casi ausencia, de sus fríos brazos, de los brazos de ella, de la muerte.

La desesperación hizo su aparición, vestida de gala, con su mirada frenética y desgarradora vos, poco a poco se fue introduciendo en mí; fue entonces que lleve mis manos al rostro que tantas veces mire en el espejo y que hoy parecía irreconocible, lo bañe en sangre, desgarre mi ropa, arañe cada parte de mi escaso ser con la ira de un desconocido rincón de mi mente, te golpee, te mordí y hasta te bese, ¿y tú?, seguías ahí con el mismo gesto de indiferencia.

Fue entonces que tome esa firme decisión, que a quien no ha sentido esa insana pación, le llegaría a parecer repulsivo, compulsivo, enfermizo e incomprensible, pero que importaba, nadie estaba cerca, te habían arrebatado de mis brazos y yo estaba dispuesta a volver a tu lado, pero no sin antes librar a la humanidad de la ponzoña de quienes te robaron el último aliento.

Los cacé como las bestias que eran y los acorrale en mis dominios, donde la ventaja la tenía yo, todo mi esfuerzo y la rabia que llevaba por dentro rindieron frutos, se arrodillaron y suplicaron por sus vidas, pero yo también lo hice por la tuya y no tuvieron compasión, así que yo no la tuve por ellos, los destroce a ambos, a cada uno en su momento, dedo por dedo, miembro por miembro, entre ahogados y desesperados gritos pagaron todo lo que nos hicieron cariño.

Ahora estoy lista para recostarme en tu pecho de nuevo, no sé como he logrado sobrevivir todo este tiempo sin ti, no sé si podrás recordar mi rostro o si mas allá de la experiencia de la muerte hay algo más, pero mis muñecas ya están rasgadas, no hay vuelta atrás.

Tú siempre me salvas con tu inmensurable amor, más allá de la vida y de la muerte siempre estas tú.

28 de diciembre de 2009

Libros

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