Cuento las lunas que hacen falta para volver a ver tu rostro, tu mirada dulce y tu sonrisa que me invita a sonreír también, disfruto en demasía los momentos que pasas a mi lado, siempre llenos de nada para el mundo y repletos de desbordantes emociones para mí y que solo los que se han enamorada alguna vez, podrían comprender.
Lucho cada instante por seguir respirando, por seguir viviendo, porque cada instante que estoy lejos de ti me duele y me tortura, mis ojos se han hinchado ya de tanto llorar. La abuela dice que es normal, que se me pasara, ha dejado de hablarle a papá y las comidas se han vuelto silenciosas, ella lo culpa por habernos separado, pero yo se que él me ama y que pronto comprenderá que no ha sido lo correcto, desde que mama murió el ha hecho todo lo posible por ser el mejor padre, y aunque ha cometido errores no puedo juzgarlo, es más, a veces creo comprenderlo. Sin embargo te extraño y deseo tener mi cuerpo entre tus brazos una vez más, sufro una tremenda desesperación que me resulta difícil expresar, los días son más largos y más obscuros, han comenzado a darme miedo cosas que antes no lo hacían, he dejado de tomar fotos y de salir con mis amigas, mi vida está enfrascada en extrañarte cada segundo del día, cuando estoy a solas en mi habitación me acurruco tratando de cubrir el horrible hueco que hay en mi pecho, en mis sueños corro inútilmente tratando de encontrarte, algunas noche ha venido Mary casi llorando al escuchar mis gritos, es tan pequeña que no logra comprender que es lo que me causa tanto daño, en ocasiones ni yo misma lo comprendo.
Llevo ya 67 lunas extrañándote.