Te doy la bienvenida a ti, lector, al rincón de mis propósitos. Dejate llevar por la cadencia de mis letras, porque están hechas para ti, con el real afán de hacerte mío, de llevarte a mi lado, de tomarte de la mano mientras caminamos por los mas álgidos recovecos de mi mente. 
Tomame entre tus labios y pronunciame.

3 de septiembre de 2011

ECO Y NARCISO

En otro tiempo existió un hermoso joven, llevaba por nombre Narciso. 

No había entre los hombres otro igual, Narciso era único; difícil sería encontrar en aquellos o en estos tiempos otro hombre que se le asemejara en belleza y esplendor. Él era conciente de su hermosura y estaba ensoberbecido por saberse tan precioso.                                                                  

Eco y Narciso (1903) - John William Waterhouse

 

Muchas jóvenes lo habían amado, sin embargo era poco lo que Narciso podía hacer por ellas, pues antes que a nadie el se amaba a sí mismo.

 

En aquel mismo tiempo también existió una ninfa llamada Eco. Habiendo enfurecido a la diosa Juno, fue castigada. Hasta ahora tenia cuerpo y voz, pero su voz era nueva, solo podía usarla para responder, dichas respuestas no provenía de ella, sino de otros, estaba condenada a repetir las palabras de aquellos que daban a luz  sus propias palabras.

 

Un día mientras Narciso deambulaba por el bosque Eco lo vio y quedo prendada de el,  resolvió seguirlo en secreto. La noche estaba próxima y figuras obscuras se ocultaban en el bosque.

 

-¿Quién esta ahí? – preguntó Narciso- ¿Quién esta ahí?

 

-ahí- respondió Eco

 

- Ven, déjate ver- clamó Narciso con gran voz-  ¡Anda, ven!

 

-Ven- resonó la voz de Eco e intentó enredar al precioso joven entre sus brazos.

 

Sin embargo Narciso se dejó llevar por su soberbia, apartó a Eco y le negó su amor. La vergüenza y el dolor del amor no correspondido obligaron a Eco a reducirse en la mínima forma, de ella solo quedo la voz, se oculto en los bosque, en los montes y en las cuevas, incluso hoy día su voz permanece. Si alguna vez en los bosques y cuevas has deambulado “Eco, Eco, Eco”  habría clamado la ninfa repitiendo tus palabras.

 

Pero a Narciso no le fue mucho mejor que a Eco, pues al amor no le pudo huir. Otro día  el joven se acerco a un arrollo para calmar su sed. Narciso ,que no conocía su figura, vio a un hermosísimo joven en las ondas del arrollo, en ese preciso momento quedo profundamente enamorado de su reflejo, cuando intento tocarle la imagen se esfumo, permaneció contemplando la imagen sin poder tocarla, no pudo contener las lagrimas que turbaban la fuente de agua. El amor devoro el cuerpo de Narciso; ni vigor, ni color, ni forma permanecen.

 

-Adiós- dijo Narciso

 

-Adiós- repitió Eco

 

Y el preciosísimo joven yació en la orilla del arrollo.

 

Las hermanas de Narciso habrían dispuesto enterrar el cuerpo del joven al que habían amado tanto, pero del cuerpo de éste no quedó mas que la flor que ahora lleva su nombre.


FIN

 © Pulina Díaz